martes, 24 de junio de 2014

Clones.

Por Michelle Vázquez 1° C. Por medio de este conducto, me dirijo a usted para hacerle la petición de que los clones puedan decidir por sí mismos si quieren donar sus órganos o no, si quieren tener una vida reproductiva o no. No tenemos por qué violar sus derechos, deben tener la misma libertad. La bioética es una disciplina que se creó para pugnar por una mejor calidad de vida, pero tampoco es para que ustedes decidan qué hacer con la vida de un clon. Le contaré una historia de mi vida personal, mi madre fue migrante por 30 años, lo hizo por falta de recursos económicos. Mi madre cada fin de semana nos hablaba por teléfono y le contábamos que aquí en Puebla se estaba desarrollando mucha la tecnología, y nos decía que compráramos todo lo que nos agradara: computadoras, plasmas, celulares, etc. Para que tuviéremos una vida con muchos lujos. En el 2008 ella regresó a Puebla, y en el transcurso del camino miró muchas empresas, muchas más personas y muchas más culturas, comparado con lo que existía la última vez que estuvo aquí Lo primero que hicimos fue ir a ver a todos mis hermanos, ellos la abrazaron, la besaron, le dieron las gracias por todo lo que nos dio y cinco meses después tuvo un mareo. La lleve al doctor y me dijo que tenía cáncer y necesitaba un riñón. El clon estaba más que dispuesto a donar, pero mi madre no lo quiso aceptar, porque ella decía que no era nadie para quitarle una parte de vida a un ser humano. Le rogué, le supliqué que aceptara el riñón, y ella me dijo que yo no era nadie para decidir sobre la vida de los demás. Lloré y le dije que no valía la pena tener tantos lujos, si 30 años de su vida no la tuve conmigo, sólo un año y nueve meses la vi en vida. Murió a los tres días tras ser hospitalizada. La frase que ella me dijo antes de que muriera fue: LA MUERTE ES UNA CERTEZA DE LA VIDA clones

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